La Llegada de Volvo a Chile: Una Historia de Visión y Desafíos
En la década de los años 50, la empresa Copec se destacaba por distribuir sus combustibles utilizando exclusivamente camiones Volvo, vehículos que ya entonces eran sinónimo de robustez y fiabilidad. Además, como parte de sus beneficios corporativos, Copec mantenía una flota de automóviles Volvo PV444 a disposición de sus gerentes regionales.
Fue precisamente al observar el excelente desempeño y la calidad de estos vehículos que Eduardo Averill, entonces agente regional de Copec en La Serena, concibió una audaz idea. Sugirió al directorio de la compañía la posibilidad de comercializar los automóviles Volvo directamente en Chile.
La propuesta de Averill fue aprobada, y la fábrica Volvo en Suecia dio su visto bueno, pero con una condición ineludible: la creación de una empresa con razón social independiente para llevar a cabo la comercialización. Este importante encargo recayó sobre Eduardo Averill, quien fue nombrado Gerente General de la nueva entidad.
Con determinación, Averill procedió a registrar la compañía bajo el nombre de Distribuidora Automotriz Volvo de Chile, adoptando "Divolvo S.A." como su nombre comercial.
La primera oficina de Divolvo S.A. se estableció en 1959 en Alameda 2128, en Santiago. Era un comienzo modesto, con solo una secretaria y un único automóvil Volvo de muestra. Este vehículo sería la base para la etapa inicial de ventas, que se realizaría mediante importación directa, un proceso que exigía la presentación de un registro de importación por cada automóvil.
Sin embargo, a principios de los años sesenta, la compleja situación económica del país llevó a una prohibición de la importación de automóviles. Solo se permitió la armaduría en zonas extremas, como Arica. Ante este nuevo desafío, Eduardo Averill viajó a Suecia. Tras arduas negociaciones, logró un acuerdo histórico con los directivos de Volvo: los automóviles ensamblados e integrados en Chile mantendrían los mismos y exigentes estándares de alta calidad que los vehículos que salían directamente de la fábrica en Gotemburgo. Este compromiso fue fundamental para el futuro de Volvo en el mercado chileno.
Un Honor Exclusivo en Gotemburgo
En un momento de gran significado, Eduardo Averill tuvo el singular honor de conducir el primer modelo Volvo de 1927 dentro de la histórica fábrica en Gotemburgo.
Este era un privilegio exclusivo, otorgado únicamente a quienes eran nombrados representantes de la marca en alguna región del mundo.

En 1977 ocurrió un giro inesperado: Volvo Suecia ofreció comprar Divolvo, con el objetivo de fabricar camiones en el país. Para entonces, Eduardo Averill ya se había convertido en el principal accionista tras adquirir las participaciones de los demás socios. Aceptó la oferta, vendió su participación y se retiró del negocio. La gerencia pasó entonces a manos del Sr. Fernando de Cárcer.
Sin embargo, Volvo pronto determinó que Brasil ofrecía mejores condiciones para su expansión regional, y decidió vender sus operaciones en Chile a Fernando de Cárcer y a un grupo de inversionistas locales. De Cárcer también adquirió a Eduardo Averill la firma Tecfin (Técnica y Financiera), dedicada a otorgar créditos a los compradores. Con el tiempo, esta empresa evolucionaría hasta convertirse en DITEC, que sumó nuevas representaciones como Land Rover, Honda y Porsche.
A fines de 2021, Inchcape, compañía británica dedicada a la distribución global de automóviles, adquirió DITEC.
Este relato ha sido posible gracias a la valiosa información y las vivencias compartidas por Alberto Averill Izikson.